Las emociones en el duelo —tristeza, enojo, miedo, culpa— pueden parecer abrumadoras. Muchas personas intentan reprimirlas para “ser fuertes”, pero esta estrategia suele generar más sufrimiento. Aprender a acompañar las emociones, sin juzgarlas ni reprimirlas, es clave para sanar.
El primer paso es poner nombre a las emociones. Decir “me siento triste” o “estoy enojado” ayuda a validarlas y evita que se queden atrapadas en el cuerpo.

Estrategias para acompañar tus emociones
- Respira con conciencia: la respiración profunda calma el cuerpo y da espacio para sentir sin desbordarse.
- Escribe lo que sientes: llevar un diario emocional permite procesar pensamientos y liberar carga.
- Permítete llorar o expresar: las lágrimas o un momento de enojo son parte natural del proceso.
- Busca espacios seguros: hablar con alguien de confianza o un terapeuta puede ser un alivio.
- Abraza la impermanencia: recordar que toda emoción es pasajera ayuda a no temerle.
Reprimir emociones puede derivar en ansiedad, problemas de salud o bloqueos emocionales. En cambio, acompañarlas enseña a conocerse mejor y fortalece la capacidad de gestionar la vida.
Acompañar tus emociones es un acto de autocompasión. No se trata de controlarlas, sino de darles espacio para que fluyan, se transformen y abran paso a la sanación.