La comunicación asertiva es la habilidad de expresar pensamientos, necesidades y emociones de forma clara, respetuosa y honesta, sin agredir ni callar lo que sentimos.

A menudo, las personas oscilan entre dos extremos: ser pasivas y no expresar lo que necesitan, o ser agresivas y herir a los demás con sus palabras. La asertividad se ubica en el centro: defiende tus derechos sin violar los de los demás.

Para practicarla, es importante usar frases en primera persona: en lugar de “Tú me haces sentir mal”, decir “Me siento frustrado cuando esto ocurre”. Así, te haces responsable de tu emoción sin culpar al otro.

El lenguaje corporal también es parte de la asertividad. Mantener el contacto visual, hablar con tono firme pero amable y escuchar activamente, fortalece el mensaje que quieres transmitir.

Ser asertivo también implica saber decir “no” sin sentir culpa, pedir lo que necesitas con claridad y manejar los desacuerdos desde el respeto. Esta forma de comunicación mejora las relaciones, reduce el estrés y fortalece tu autoestima.

Desarrollar la comunicación asertiva requiere práctica, pero es una herramienta poderosa para construir relaciones más sanas, auténticas y equilibradas.