Muchas veces, frente a una emoción intensa, nuestra primera reacción es restarle importancia. Frases como “no debería sentirme así”, “hay gente peor” o “seguro estoy exagerando” reflejan una tendencia aprendida: minimizar lo que sentimos.

Sin embargo, toda emoción es válida. Las emociones son reacciones naturales ante lo que vivimos. Son señales internas que nos informan cómo estamos interpretando nuestro entorno. No hay emociones “buenas” o “malas”, solo emociones agradables o incómodas… y todas merecen ser escuchadas.

¿Qué es validar una emoción?
Es reconocer que lo que sentimos tiene sentido, aunque sea difícil o incomprendido por otros. No se trata de quedarnos atrapados en lo que sentimos, sino de permitirnos sentir sin juicio.

Ejemplos de invalidación emocional (aunque parezcan bien intencionados):

  • “No es para tanto”
  • “Ya supéralo”
  • “Estás exagerando”

Estas frases, aunque a veces buscan consolar, pueden generar más frustración, incomprensión o culpa. Aprender a validar es decir: “entiendo que esto te duela”, “es normal sentirse así en tu situación” o incluso simplemente “estoy aquí para ti”.

Beneficios de validar lo que sientes:

  • Disminuye la intensidad emocional.
  • Fomenta el autoconocimiento.
  • Mejora la relación contigo mismo y con los demás.
  • Previene reacciones impulsivas o reprimidas.