La diabetes mellitus se refiere a un grupo de enfermedades que afecta la forma en que el cuerpo utiliza la glucosa en la sangre. La glucosa es una importante fuente de energía para las células que forman los músculos y tejidos. También es la principal fuente de combustible del cerebro.

Existen varios tipos: diabetes tipo 1, en la cual el sistema inmunitario destruye las células que producen insulina; diabetes tipo 2, donde las células se vuelven resistentes a la insulina; prediabetes, que implica niveles altos de glucosa pero no lo suficiente para considerarse diabetes; y diabetes gestacional, que ocurre durante el embarazo.

Los síntomas más comunes incluyen sed y hambre excesivas, micción frecuente, pérdida de peso inexplicada, fatiga, visión borrosa y heridas que tardan en sanar. Es importante estar atento a estos signos para un diagnóstico temprano.

El diagnóstico de la diabetes se realiza mediante pruebas como la hemoglobina A1c, la glucemia en ayunas y la prueba de tolerancia a la glucosa. Estas ayudan a medir los niveles de azúcar en la sangre y confirmar el diagnóstico.

El tratamiento se centra en mantener los niveles de glucosa dentro de un rango saludable. Esto incluye una alimentación equilibrada, actividad física regular, monitoreo de glucosa, uso de medicamentos si es necesario y apoyo educativo.

No controlar la diabetes puede llevar a complicaciones graves como enfermedades cardíacas, daño a los nervios (neuropatía), insuficiencia renal, pérdida de visión y problemas en los pies.

El manejo adecuado de la diabetes es esencial para prevenir estas complicaciones y mantener una buena calidad de vida.