Vivir con una enfermedad respiratoria como el asma o la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) puede ser desafiante. La falta de aire, la tos y la fatiga limitan actividades cotidianas que para otros resultan sencillas. Sin embargo, con los cuidados adecuados y un plan personal de manejo, es posible mejorar la calidad de vida y mantener una rutina activa y significativa.
El primer paso es comprender cómo funciona tu condición. El asma suele provocar episodios de inflamación en las vías respiratorias, mientras que la EPOC, más común en fumadores o exfumadores,se caracteriza por un daño progresivo en los
pulmones. Aunque no son lo mismo, en ambas es clave identificar factores
desencadenantes y síntomas tempranos.

- Cumple tu tratamiento: No suspendas inhaladores ni medicamentos sin
indicación médica. La constancia es vital. - Evita desencadenantes: Identifica si el polvo, humo, frío o ejercicio intenso
empeoran los síntomas y toma precauciones. - Respira con técnica: Ejercicios como la respiración diafragmática o “labios
fruncidos” ayudan a reducir la falta de aire. - Mantente activo: Actividades suaves como caminar o yoga fortalecen
músculos y pulmones. Hazlo a tu ritmo. - Controla tu entorno: Mantén tu casa ventilada, libre de humo y
contaminantes. - Ten un plan de acción: Aprende a reconocer señales de alerta (silbidos,
fatiga intensa, dificultad para hablar) y qué hacer ante ellas.
Vivir con una enfermedad respiratoria también impacta las emociones. Ansiedad y
miedo son comunes durante las crisis. Hablar con familiares, psicólogos o grupos
de apoyo ayuda a disminuir la carga emocional.