Las enfermedades crónicas —como la diabetes tipo 2, hipertensión arterial, enfermedad cardiovascular, renal o pulmonar— suelen avanzar sin síntomas en sus primeras etapas. Por eso, muchas personas son diagnosticadas hasta que el daño ya es considerable. La detección temprana permite iniciar tratamientos que retrasan su progresión y mejoran la calidad de vida.

  1. Hazte chequeos periódicos.
    Consultas anuales con tu médico general pueden incluir toma de presión arterial, análisis de glucosa, colesterol y función renal. Estos exámenes permiten detectar alteraciones antes de que se manifiesten síntomas.
  2. Conoce tus factores de riesgo.
    Tener antecedentes familiares, sobrepeso, una dieta rica en ultraprocesados, fumar o llevar una vida sedentaria, aumenta significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas.
  3. Escucha tu cuerpo.
    Síntomas como fatiga continua, dolor de cabeza frecuente, sed excesiva, cambios en la orina, hinchazón o visión borrosa pueden ser señales tempranas que no deben ignorarse.
  4. Monitorea tu salud con tecnología.
    Hoy en día existen apps, relojes inteligentes y dispositivos caseros que ayudan a registrar tu presión, ritmo cardíaco, nivel de glucosa o calidad del sueño. Usarlos como complemento puede ayudarte a detectar patrones anormales.