Los berrinches son una parte normal del desarrollo infantil. Aparecen porque los niños aún están aprendiendo a regular sus emociones, y expresar frustración o enojo a través del llanto, gritos o patadas es, para ellos, una forma de comunicación. Aunque puede ser un reto para los padres mantener la calma, entender lo que hay detrás de cada berrinche ayuda a responder con empatía y límites firmes.

Entiende lo que pasa

Entre los 2 y 5 años, el cerebro de los niños aún está desarrollando las áreas que controlan el autocontrol y la gestión de emociones. Por eso, no pueden calmarse solos fácilmente. Los berrinches suelen surgir cuando están cansados, tienen hambre, sienten frustración o necesitan atención.

¿Qué hacer durante el berrinche?

  1. Mantén la calma. Si tú pierdes el control, tu hijo sentirá más desbordamiento emocional. Respira profundo y recuerda que no es algo personal.
  2. Valida su emoción. Frases como “entiendo que estás enojado porque querías seguir jugando” ayudan a que se sienta comprendido.
  3. Pon límites claros. Validar no significa ceder. Puedes decir: “Sé que te enoja, pero no podemos comprar eso ahora”.
  4. Evita los sermones. Durante el berrinche, su cerebro no puede razonar. Espera a que se calme para hablar y enseñarle lo que puede hacer la próxima vez.

¿Cómo prevenirlos?

  • Anticípate a sus necesidades. Los niños reaccionan mejor si saben lo que viene: “En cinco minutos nos vamos del parque”.
  • Ofrécele opciones. Permitirle elegir entre dos alternativas simples le da sensación de control: “¿Quieres ponerte la camiseta roja o la azul?”.
  • Refuerza las conductas positivas. Elogia cuando logra calmarse o seguir una instrucción.

Tu serenidad es su modelo. Cuando tu hijo ve que puedes mantener la calma ante su tormenta emocional, aprende que también es posible hacerlo. Los berrinches no son un fracaso de crianza, sino una oportunidad para enseñar empatía, autocontrol y comunicación emocional.