El parto humanizado es una forma de atención que respeta los derechos, deseos y necesidades de la mujer durante el nacimiento. Este enfoque reconoce que el parto no es solo un proceso médico, sino también un momento profundamente emocional y transformador.
Uno de sus principios es el respeto a la autonomía de la madre. Esto significa que la mujer debe recibir información clara y completa sobre las opciones disponibles —como el tipo de parto, posición para dar a luz, uso de anestesia o acompañamiento— para que pueda tomar decisiones informadas.

También se busca minimizar las intervenciones innecesarias, como la cesárea sin justificación médica o el uso rutinario de oxitocina. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el parto siga su curso natural siempre que no haya complicaciones.
El acompañamiento durante el parto es un derecho fundamental. Las madres deben tener la posibilidad de elegir a una persona de confianza que las apoye emocionalmente durante todo el proceso. Además, el contacto piel con piel inmediato entre madre e hijo, así como la lactancia en la primera hora, son pilares del parto humanizado.
Respetar los tiempos, las emociones y la intimidad de la mujer no solo mejora su experiencia, sino que también favorece el vínculo con el bebé y la recuperación postparto.